miércoles, 29 de julio de 2015

Tema 16

POLÍTICAS Y FUNDAMENTOS DE LA EDUCACIÓN 
INTERCULTURAL BILINGÜE EN MEXICO

I. MARCO JURÍDICO-POLÍTICO

La EIB, como derecho y como proyecto estratégico para alcanzar un ideal de país, está contemplada en diversos instrumentos jurídicos y normativos. En este apartado se esbozan algunos de los
marcos que legitiman su desarrollo en México, mediante una descripción sucinta de sus principales planteamientos.

Un marco muy importante para el desarrollo de la EIB en México es la recién promulgada Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas.

Esta legislación tiene por objeto regular el reconocimiento y la protección de los derechos lingüísticos, individuales y colectivos de los pueblos y comunidades indígenas, así como promover el uso y desarrollo de las lenguas indígenas.

Dicho documento establece el reconocimiento de las lenguas indígenas como lenguas nacionales y,
por tanto, poseen la misma validez que el español en el territorio, localización y contexto en que se hablan. Esto implica que todas sean válidas para efectos de cualquier asunto o trámite de
carácter público, así como para acceder plenamente a la gestión, los servicios y la información pública.

Las sociedades sólo pueden entenderse y transformarse desde la perspectiva de su pasado. Esta administración reconoce en nuestra historia un legado irrenunciable para la edificación de un México
diferente.
La defensa de la soberanía, el carácter laico de la autoridad civil, el respeto a la diversidad cultural, el avance de nuestra democracia, la división de poderes, el federalismo, el respeto a las garantías
individuales y todos los valores que forman parte de nuestro patrimonio histórico, no maduraron en un solo día. Son resultado de un largo proceso, de incontables esfuerzos nacionales y grandes sacrificios sociales. De compromisos de muchos mexicanos y mexicanas con México.
Los diferentes tramos de nuestra historia moldearon el ser nacional.

Primero, con el deseo de constituir una nación libre y soberana; luego, con la necesidad de institucionalizar un Estado laico; posteriormente, con el imperativo de la justicia social y, más adelante, con la lucha por una democracia política plena.
En el cambio que hoy vivimos convergen estos importantes episodios de nuestra historia. Los mexicanos de hoy somos herederos de las luchas y afanes de quienes nos precedieron, a la vez
que guardianes de sus conquistas a favor del país. Avanzamos hacia el porvenir con plena conciencia de esos principios y valores que nos constituyen como nación. Estamos convencidos de que lo haremos con éxito si, al igual que las generaciones que nos antecedieron, honramos el pasado, y establecemos nuestros compromisos con México como la base que sustente nuestra marcha hacia
el futuro.

II. MARCO FILOSÓFICO
Es evidente que hoy en día nos movemos en crecientes procesos de pluralidad cultural, étnica y lingüística. México no escapa a esta complejidad y a las circunstancias en que se enmarca a nivel mundial: pobreza estructural, inestabilidad económica, intolerancia, violencia y deterioro ambiental, etc. Así, la interculturalidad se presenta como un proyecto social amplio que intenta construir, desde
otras bases, un esfuerzo por comprender y valorar al otro, de percibirlo como sujeto que impacta, a partir de su relación con la historia, el mundo y la verdad, la propia identidad; es decir, como
una invitación a introducirse en el proceso de la comunicación intercultural.

La educación desempeña un papel fundamental para la consecución de estos cometidos. Y la educación intercultural como dimensión de este proyecto social amplio se presenta como una
vía de transformación individual y colectiva que permita acceder a una vida más armoniosa, de mayor respeto a los otros, a sus derechos, formas de vida y dignidad.

III. MARCO CONCEPTUAL
Como punto de partida se propone una distinción entre lo cultural, en tanto dimensión de la existencia social de todos los grupos humanos, y las culturas, como construcciones particulares de esta dimensión.
Lo cultural está presente en todo momento como origen, condición de posibilidad que actúa de manera decisiva en los comportamientos colectivos e individuales del mundo social que impactan
la marcha misma de la historia. La actividad de la sociedad en cuanto a su dimensión cultural, aun cuando no frene ni promueva procesos históricos, o no les imponga una u otra dirección, es, siempre
y en todo caso, la que les imprime sentido.

Diversidad
Para entender la diversidad en el contexto mexicano hay que reflexionar sobre la noción que se refiere a la diversidad cultural, étnica y lingüística.

La realidad es una construcción histórica y cultural; por tanto, se vive de acuerdo con una particular visión del mundo. Ahora bien, desde dicha perspectiva, no sólo nos referimos a los puntos de vista o a las ideologías sino a la existencia misma de las personas, en tanto partícipes de un espacio y un tiempo.
Cabe destacar que si la realidad se construye de manera distinta en una y otra cultura, entonces la realidad es lo que diferencia a cierta cultura-pueblo-nación de otra cultura-pueblo-nación.
Así, se advierte que la diversidad cultural es la diversidad de realidades, es decir, la variedad de condiciones de existencia de las personas mediante el reconocimiento de los múltiples cruces y
contactos entre ellas y, sobre todo, sabedoras de la necesidad de construir lo común como patrimonio de la humanidad.
De acuerdo con lo anterior, la diversidad es constitutiva de los pueblos, las etnias, las culturas y las naciones, y debe diferenciarse, a la vez, de otros rasgos que pueden o no ser elementos de identidad de un pueblo: la religión, la cuestión de género, la preferencia sexual, la cuestión generacional, las clases sociales, etc.

En este sentido, cabe señalar que si bien la CGEIB tiene como propósito central atender la diversidad cultural, étnica y lingüística, se reconocen y asumen estas diversidades como rasgos constitutivos
de la identidad, aunque de naturaleza distinta.


Por consiguiente, la diversidad cultural como condición humana ha sido el campo donde se han construido las llamadas culturas; éstas dan sentido a las prácticas y procesos que tienen lugar en el
interjuego de la constitución y el devenir de las culturas mismas.


Identidad
Éste es un elemento que muestra la diversidad cultural como punto de partida y motor de la constante reconstitución de las culturas.
La identidad es la afirmación, reconocimiento y vinculación con la realidad de los sujetos que se constituyen y forman en las distintas culturas. La identidad nos sitúa respecto del otro, al afirmar
la singularidad distintiva con base en la que creamos y recreamos un sistema específico de significación,  ya sea personal, comunitario o social, adscribiendo así pertenencia étnica y lingüística;
posiciona a los sujetos en un intercambio de prácticas culturales en el que actúan, se relacionan y proyectan.

Así, la identidad forma parte de la cultura y a su vez le da sentido y consistencia. Si la identidad parte del reconocimiento de uno mismo, el sentido del yo proporciona una unidad a la personalidad que, para formarse, necesita la presencia del otro que lo transforma y moldea a la vez.
Se reconoce la identidad como un espacio personal, frontera subjetiva de acciones particulares en relación inextricable con el entorno social que permite construir el concepto de sí mismo.
Ahora bien, se considera que la presencia de los otros como parte de la constitución de la identidad personal incluye un conjunto de relaciones en que se da la identidad grupal; es decir, el espacio
social y subjetivo. Así, la identidad colectiva se construye con la apropiación del conocimiento obtenido por las experiencias en distintas instituciones la familia, la escuela, la religión, el trabajo, las cuales el individuo adapta, asume y recrea.
La identidad colectiva es entendida, pues, como etnicidad, al dilucidar la relación entre lo propio y lo ajeno, al poner de manifiesto las relaciones de poder entre aquellos que enuncian y aquellos
que son enunciados como los otros.

MULTICULTURALIDAD
Es pertinente señalar que las relaciones entre diferentes culturas e identidades no son lineales y simples, sino que en éstas se entretejen múltiples planos y niveles de la realidad. Por consiguiente,
se reconoce que el contacto cultural puede ser analizado desde diversos ángulos.
La multiculturalidad implica la coexistencia de diversas culturas en un determinado territorio. En su dimensión ético-política, dicho concepto no alude a la relación de respeto y convivencia equitativa
entre las diversas culturas, pues los vínculos que se establecen están signados por profundas desigualdades; es decir, relaciones de poder y de dominación que subordinan y discriminan
a unas culturas en relación con otras.


NTERCULTURALIDAD
Para superar las desigualdades características de la realidad multicultural, es necesario repensar las posibilidades y asumir una postura distinta que conlleve una mejor convivencia entre las culturas.
Así, la interculturalidad se entiende como un proyecto social amplio, una postura filosófica y un funcionamiento cotidiano ante la vida; constituye una alternativa que induce a replantear y reorganizar el orden social, porque insiste en la comunicación justa entre las culturas como figuras del mundo y recalca la importancia

Dimensión epistemológica
Esta dimensión ha puesto en el centro de la discusión la forma en que se construye el conocimiento en la sociedad occidental. Ha evidenciado el deterioro sufrido por los paradigmas que sostuvieron
el conocimiento científico como el único aval de legitimidad y validez para conocer la realidad. Se reconoce que la especialización de los conocimientos ha llevado a su parcelación, provocando
tanto un alejamiento de la realidad como una creciente ineficiencia para resolver los problemas que en ella se presentan.















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