GENERO Y EDUCACIÓN
Presentación
El enfoque de género corresponde a una concepción sociopolítica y sistémica del desarrollo
que se refiere a los diferentes papeles que la sociedad asigna a los individuos. Dichos papeles se reflejan, por ejemplo, en la división y carga de trabajo, en el diferente acceso a los recursos y el desigual control sobre ellos, así como en las distintas posibilidades que tienen las personas de ejercer influencia política y social. Esto también se refleja en el sector Educación, en el acceso a los servicios educativos (por ejemplo, en la existencia de brechas que afectan la cobertura de atención a las niñas en áreas rurales) y también en la calidad, manifiesta en las prácticas de discriminación o reproducción de roles estereotipados, etcétera.
Definiciones
Género
«A diferencia de sexo en el sentido de “sexo biológico”, el término género (en inglés, gender) indica las características sociales y el rol de género aprendido individualmente. Este rol se encuentra definido, en lo esencial, por la organización social, cultural y económica de una sociedad, así como por las normas y valores legales, religiosos y éticos vigentes. La asignación de este rol puede variar mucho entre las diferentes sociedades.
Aun dentro de una misma sociedad, la diferencia de rol puede diferir considerablemente dependiendo de la edad, estado civil, situación económica, pertenencia a un determinado grupo étnico o a una religión. En contra de lo que ocurre en el caso del “sexo biológico”, el rol de género socialmente determinado y los espacios para la acción de hombres y mujeres que este conlleva son variables y dinámicos.
Conceptos básicos sobre género
¿QUÉ ES EL GÉNERO?
Género es un concepto que se refiere a los estereotipos sociales y culturales que cada sociedad asigna al comportamiento, las características y valores que se atribuyen a los hombres y las mujeres, y que los símbolos, las leyes y regulaciones, las instituciones y la percepción reafirman. Detrás de esos estereotipos subyace la idea de que tales características son naturales o intrínsecas y, por ende, inalterables. Por el contrario, los estereotipos de género se construyen sobre la base de factores ideológicos, históricos, religiosos, étnicos, económicos y culturales, que luego se traducen en desigualdades sociales, económicas y políticas, en las cuales las actividades de los hombres y los atributos relativos a su género se perciben necesariamente como superiores a los de las mujeres.
Es importante aclarar que la palabra género no significa en sí misma hombre o mujer. Para referirse a las características biológicas que los distinguen se utiliza la palabra ‘sexo’, que remite a las diferencias de los órganos sexuales y la anatomía. En cambio, el concepto de género se utiliza para comprender las relaciones sociales y personales entre hombres y mujeres y la forma en que se construyen los conceptos de feminidad y masculinidad. Muchas veces, los atributos asociados al género se justifican basándose en las diferencias sexuales o biológicas. Por ejemplo, se considera que las mujeres son maternales por naturaleza, característica que se asocia con su capacidad reproductiva de engendrar.
Los atributos de género suelen ser opresivos. Son conceptos que se transmitieron a través de los siglos y que las sociedades se ocuparon de adoptar estrictamente. Las características típicas asignadas a mujeres y hombres son discriminatorias y limitan e inclusive afectan las vidas de las personas. Históricamente, ha sido la mujer la que llevó las de perder en la relación de los sexos. En ese sentido, el género es una categoría que tiene que ver con las relaciones y, al mismo tiempo, con la política.
ROLES DE GENERO
Cuando hablamos de los distintos roles asociados al género, debemos prestar especial atención a las diferencias y similitudes en las condiciones de acceso y utilización de las tecnologías para las mujeres y los hombres, y a cómo influyen las relaciones de poder sobre dichas condiciones. Por ejemplo, ¿cómo utilizan la internet los niños y niñas y los hombres y las mujeres? ¿Tienen las mismas posibilidades de acceso en la práctica, o se considera más importante cierto uso que otro? ¿Existen dimensiones de género en esta valoración? En una organización que trabaja para el desarrollo, ¿hay diferencia de género entre las personas que utilizan el correo electrónico y aquellas que no? ¿Qué criterio se aplica en términos de uso cuando se toman decisiones sobre la compra de equipos nuevos? Una vez más, ¿influye de alguna manera el género en la determinación?
Asimismo, los efectos del uso de las TIC tienen un impacto diferente en las mujeres que en los hombres. Por ejemplo, ¿utilizar las TIC ahorra tiempo o, en realidad, demanda aún más debido a los roles de género? Para expresarlo de manera más específica, ¿las telecomunicaciones son potencialmente generadoras de una mayor carga de trabajo porque las diferencias entre lo privado (el hogar) y lo público (el trabajo) se vuelven menos claras? ¿En qué aspectos intervienen los roles de género en esta organización? ¿Cuáles son las expectativas? ¿Son diferentes para los hombres que para las mujeres? ¿Tener una computadora en casa facilita la administración del trabajo a través de las telecomunicaciones o crea demandas poco realistas porque el empleado/a está siempre conectado/a? ¿El tiempo de trabajo de la mujer aumenta o disminuye? Prestar atención a los múltiples y diferentes roles y responsabilidades de género permitirá a los profesionales comprender que, por lo general, las necesidades de las mujeres respecto de las TIC son distintas de las de los hombres y que responder a ellas probablemente suponga exigencias de planeamiento específicas.
El conjunto de textos sobre análisis de género señala tres roles comunes: reproductivo, productivo y de gestión comunitaria.
Los roles reproductivos abarcan la maternidad/responsabilidades de la crianza y los roles domésticos desempeñados generalmente por mujeres, de quienes se espera que reproduzcan y sustenten la mano de obra. Aunque, en la práctica, estos roles constituyan un trabajo, se los diferencia de los que se denominan ‘productivos’ porque llevarlos a cabo no se considera un ‘trabajo’. Por esa razón, esta categoría laboral no recibe paga alguna. Dichas tareas no se ven reflejadas en el PBI ni en el PNB de ningún país.
Los roles productivos comprenden el trabajo que realizan tanto mujeres como hombres y que generan un ingreso (al contado o de cualquier otro tipo) y poseen un valor de cambio.
Los roles comunitarios son aquellos que desempeñan principalmente las mujeres en la comunidad, como extensión de su rol reproductivo, para mantener los escasos recursos de consumo colectivo, como el agua, la salud y la educación. (Por supuesto, existen otros miembros en una comunidad que llevan a cabo este tipo de tareas como los ancianos, los enfermos, las personas con discapacidad, los subempleados y desocupados.)
Necesidades concretas e intereses estratégicos del género
Las necesidades concretas del género son aquellas identificadas por las mujeres y que no ponen en discusión sus roles sociales aceptados. Están relacionadas con el cumplimiento de sus roles productivo, reproductivo y comunitario y de sus responsabilidades, que incluyen las necesidades básicas concretas como la vivienda, el empleo y el alimento.
En cambio, los intereses estratégicos del género desafían los roles existentes. Reflejan exigencias cuyo propósito es conseguir la igualdad de las mujeres y parten del presupuesto de que éstas están subordinadas a los hombres como consecuencia de la discriminación social e institucional en su contra.
En la práctica un enfoque que subraye las necesidades de esta naturaleza puede dar lugar al reconocimiento y la consideración de los intereses estratégicos. De todos modos, las necesidades concretas pueden intensificar la división sexual del trabajo ya existente, que subordina a la mujer al hombre. Por ejemplo, tener acceso a los teléfonos y a la internet permite que las mujeres utilicen los medios de comunicación, pero no cambia automáticamente su posición respecto de los hombres.
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